VIENTOS DE CAMBIO EN CONCIERTO

viernes, 4 de julio de 2008

COMPETIR PARA SER COMPETITIVOS.

Hill Mills atleta norteamericano de Juegos Olímpicos, es un claro ejemplo de lucha para vencer no solo a las adversidades, sino a sus acérrimos competidores.
Triunfador en Tokio en 1964 en la carrera de fondo de los 10,000 mts. Compitió también en la maratón, aunque sin éxito.
La hazaña de Mills fue mayor, al ser el primer norteamericano en ganar esta justa deportiva, toda vez que las llamadas carreras de fondo (5000, 10,000 y la maratón de poco mas de 42 kmts.) han sido ganadas por atletas de otros países, principalmente Africanos, carentes de una complexión atlética, pero de una resistencia física extraordinaria.
Pero detrás del éxito de Bills, existe toda una vida de esfuerzo, empeño, confianza y dedicación para vencer una a una las adversidades.
La tribu de los Sioux de Dakota del Sur fue su cuna, y en reservación donde vio por primera vez la luz, aprendió como todo indio norteamericano los principios que le hicieron profesar un profundo amor a su país y un claro respeto por la naturaleza.
De tal suerte que desde pequeño se acostumbro a correr grandes distancias, y con mucho esfuerzo se graduó en la universidad con una beca deportiva, como Licenciado en Educación Física.
Desde su juventud advirtió que tenia facultades para correr grandes distancias, y con el tiempo fue ganando competencias, locales, regionales, nacionales, hasta calificar para los Juegos Olímpicos de Roma en 1960.
Ahí conoció la derrota y el fracaso, aunque obtuvo un honroso 4 lugar, no alcanzo la gloria de ocupar el podium de triunfadores al no alcanzar una medalla, delante de él, estuvieron sus acérrimos rivales, el Australiano Ron Clarke y el Tunesino Mohammed Gamouqi, bajo de estatura y delgado.
Ante esta dura derrota Mills solicito el apoyo de su entrenador y del Comité Olímpico de su país para prepararse durante cuatro años, con miras a la Olimpiada de Tokio.
Durante este periodo, el equipo de Hill se preparo hasta en el mas mínimo detalle, con tal de triunfar, y dar a su patria la primer medalla de oro en los 10,000 metros.
Nada fue pasado por alto, profundizo en el conocimiento de las cualidades y capacidades de sus rivales, con talento y paciencia los estudio a fondo.
Por lo que a él refiere, conoció de sus fortalezas y debilidades, cuantifico y registro su historial de competidor, el numero de zancadas por vuelta y el largo de las mismas por minuto, va a los estudios, mismos que había registrado, sobre todo en Roma, igual para sus adversarios y así vuelta a vuelta, minuto a minuto, hasta llegar a la meta; al final del análisis, conoció el numero de zancadas, su distancia y tiempo que debía registra para vencer.
El análisis abarco también el estadio en el cual competiría en Japón, su material, el clima probable para la hora de la competencia, y a preparar la estrategia, la condición física y mental para triunfar, sin otra idea que lograr el triunfo para su país.
El plan se cumplió y Hill Mills venció claramente a sus rivales en la olimpiada de Tokio, obteniendo medalla de oro y detrás de él, Ron Clarke y el Tunecino Mohammed Gamoqui.
En 1968, durante los exitosos Juegos Olímpicos organizados por nuestro País, echando por tierra el mito de altura de la Ciudad de México, se batió cualquier cantidad de records, figuras como Vera Shaulaska, Bob Bamont, Mark Spits brillaron en todo lo alto, y de nuevo los Africanos, Kenianos, con una figura al frente, escasa carrocería Abebe Vigila, triunfó de nuevo en las carreras de fondo.
El mensaje: Tiempo, preparación, capacidad y confianza, invariablemente te conducen al éxito, cuanta razón tenía Armando Manzanero cuando se le preguntó si creía en la suerte, rápidamente contestó: sí, claro, soy de los que creen en la suerte, pero salgo muy temprano a buscarla.

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