VIENTOS DE CAMBIO EN CONCIERTO

miércoles, 19 de octubre de 2011

" 2 de Octubre no olvida "

Regresando al tema, y a punto de concluir el primer semestre, un buen día del mes de julio, s presenta un zafarrancho entre estudiantes de la preparatoria Isaac Ochoterena (particular), ubicada por la calle de Atenas, cerca del reloj chino en su cruce con Bucareli y a unos pasos de la Ciudadela, en esta plaza, uno de sus costados se encontraba la sede de sus rivales de la vocacional Número 5 del Poli; a una cuadra de la ciudadela y en la esquina que forman las calles de Tolsá y Tres Guerras, se localizaba un viejo edificio de concreto armado, en cuyas instalaciones estudiaban los alumnos de la vocacional número 2.
Intervienen los granaderos (policía anti-motines de la ciudad de México los ánimo) y, lejos de apaciguar los ánimos, penetran a las instalaciones de la vocacional número 5 agreden a estudiantes y maestros encendiéndose así la mecha del conflicto.
De inmediato, surgen las marchas, protestas y pliegos petitorios, la primera de ellas, parte de la Ciudadela, rumbo al casco de Santo Tomás, donde se ubicaban varios planteles del Politécnico y se piden las renuncias del Jefe de la Policía Cueto Ramírez y del responsable de los granaderos, Mendiolea Cerecero casualmente de extracción militar.
El 26 de julio, y coincidiendo con un aniversario más de la Revolución Cubana en el hemiciclo a Juárez, a un costado de la Alameda central, se realiza una marcha de mayores alcances y participación, se parte ahora del casco de Santo Tomás rumbo al zócalo capitalino, misma que debía de pasar por la Alameda central; a pesar de que la columna de manifestantes se desvió por Avenida Hidalgo, por otro costado de la Alameda, extrañamente ambos contingentes se contaminaron y mezclaron para continuar por Avenida Madero, rumbo a Palacio Nacional.
En todo el trayecto nos escoltó la policía y granaderos, mismo que encontrábamos en nutridos grupos a nuestro paso y jóvenes al fin, les gritábamos consignas y estribillos como aquel con la tonada de la melodía: “me voy pa´l pueblo” y que rezaba “soy estudiante, hoy es mi día, chingue a su madre la policía”. Lejos estábamos de saber sobre el operativo que nos esperaba al llegar al zócalo. En este punto, un “muro” de granaderos nos impide el paso, no valieron las súplicas de los líderes y organizadores que a gritos nos decían: ¡siéntense!... ¡siéntense!, para demostrar que no buscábamos enfrentamientos, ni provocaríamos desmanes (aunque algunos infiltrados ya habían hecho de las suyas).
En vez de permitirnos el paso, otro nutrido grupo de granaderos, provenientes de Isabel la Católica y Bolívar, nos llegan con la retaguardia y comienza tanto ahí como en la vanguardia una golpiza con toletes sobre los indefensos integrantes de la manifestación. Éramos en su mayoría unos novatos, y nosotros, “inocentes” y confiados, hasta libros y útiles llevábamos.
De pronto, me vi postrado de hinojos y en medio de empujones y pisotones de quienes por delante y por atrás trataban de huir de los macanazos , observo que muy cerca de mí el “Chato” Lee y recuerdo que hundiéndome en la muchedumbre y con las m anos crispadas le gritaba: ¡Chato, sálvame!... ¡sálvame Chato!... Perdí el conocimiento, al recuperar la conciencia, me encontraba tirado en el piso, rodeado de libros, cuadernos, ropa y demás pertenencias de quienes marchábamos cual si fuera un campo de batalla.
Presas del pánico unos corrían para un lado, otros para el otro, los policías y granaderos para entonces ya habían abierto los pasos y colocados sobre las aceras y mezclados con nosotros nos seguían golpeando sin misericordia.
Inconscientes algunos en el pavimento, otros aturdidos y sangrando, corríamos despavoridos tratando de escapar del lugar.
Recuerdo que me incorporé y al levantar mis pertenencias, observo un reloj de pulso, creyendo que era un “Steelco” que me habían regalado mis padres, lo guardo en mi bolsillo y empiezo a correr a fin de escapar de aquella celada. Trastabillando, atolondrado y magullado de pronto estoy frente a un granadero que blandiendo su macana a punto estaba de darme en la cabeza. No se me ocurre otra cosa que gritar: ¡No señor, …yo no! Y me contesta: ¡”No hijo de su chingada madre”!... ¡vállase pa´su casa! y le contesto: ¡”si señor, …para allá voy”!
Por ahí cerca, se encuentra en una cerrada un pequeño restaurant a donde me refugio, espantado tomo asiento, una mesera al verme todo agitado, con la ropa sucia y amoratado, amablemente me ofrece un café “para los nervios”. Obscurecía e inconscientemente intento consultar la hora y observo que traía puesto mi reloj y al meter la mano al bolsillo, extraigo un hermoso reloj ”Haste” nuevecito, …fue lo único bueno que saqué de aquella amarga experiencia.
Pasados los minutos, aún nervioso, pero más tranquilo, salgo del café y por 5 de Mayo me dirijo al zócalo (que ya se encontraba despejado) y frente a Palacio Nacional me parece que me encontré a Luis García Salazar, que junto con el “Chato” Lee Godínez y los hermanos Rodríguez Gómez, fueron de nuestros paisanos los más aguerridos en el movimiento.
Tan es así que desconocíamos la esencia y objetivos del conflicto, que hoy en día, Luis García Salazar, es un Ingeniero Químico con una currícula impresionante, experto reconocido a nivel nacional en materia de organización, calidad total y productividad de las empresas, uno de los pocos mexicanos que estudió con Deming (padre de la Calidad Total), actualmente tiene una empresa de consultoría, asesora e imparte cursos y seminarios a los ejecutivos de las más importantes organizaciones tanto públicas como privadas.
Dotado de un talento extraordinario, inteligente y muy estudioso, Luis es autor de varios libros editados por prestigiada casa editorial a nivel internacional con títulos como: “Creatividad, Ingeniería del Pensamiento”, y “Fundamentos para el Aprendizaje”, entre otros títulos, en los que aborda temas relacionados con los procesos mentales y nos enseña técnicas para “aprender a aprender” (los recomiendo ampliamente para maestros, padres de familia y estudiantes en general… ¡son excelentes!
Ruego a mis compañeros que estudiaron en la capital, tanto a los que me antecedieron, como a los que nos precedieron, y que vivieron de cerca por un lado el movimiento del 68, así mismo a quienes enfrentaron otra agresión en contra del estudiantado en el llamado “Halconazo” del 71, por no mencionarlos a todos en este artículo, pero me queda claro que formamos parte de una generación dorada de estudiantes y profesionistas exitosos.
Espero tener la oportunidad de ofrecer a los lectores breves perfiles de los más destacados y nos sorprenderemos del gran número de profesionistas yurecuarenses que a diario ponen muy en alto el nombre de nuestra ciudad y municipio; lástima que nadie es profeta en su tierra y con el malinchismo que nos empeñamos en destacar ¡peor! Hasta la próxima.

lunes, 10 de octubre de 2011

“2 DE OCTUBRE NO SE OLVIDA”

Por más de cuatro décadas y precisamente el 2 de octubre, esta frase ha sido utilizada para arengar y diría yo exacerbar ánimos de los “estudiantes” y pseudo estudiantes, jóvenes en su mayoría que participan en las marchas y mítines, organizados para recordar el conflicto estudiantil de 1968, trágicos sucesos que se desarrollaron principalmente en la ciudad de México.
Sin temor a equivocarme, los jóvenes que hoy en día participan en esas manifestaciones, que casi siempre conllevan un contenido de violencia, vandalismo y actos de rapiña, desconocen o ignoran: la realidad, las razones y consecuencias que rodearon al movimiento del 68.
Afirmo lo anterior, porque con seguridad tampoco sus padres estuvieron ahí, puesto que los hijos de quienes estudiaban en esa época, rebasaban (los más jóvenes ) los 3 años.
A finales de los 60´s se cumplía un ciclo escolar diferente al actual; por ello, al concluir 1967, un puñado de jóvenes plenos de ilusiones apoyados por nuestros padres, nos fuimos a la ciudad de México en búsqueda de una misión casi imposible, ingresar al Politécnico, en alguna de sus vocacionales (nivel medio superior).
En ese tiempo, el Instituto estaba conformado por los siguientes niveles académicos:
Prevocacionales.- Secundarias técnicas en las cuales desde temprana edad, a la juventud estudiantil se le dotaba de conocimientos y herramientas de especialidad, para que al concluir ya fueran portadores de una vocación encaminada a las ciencias exactas, las áreas económico-administrativas o médico-biológicas, que finalmente conformaban las ramas de especialidad para los niveles medio superior y superior (profesional).
Vocacionales.- En ellos se cursaban estudios a nivel medio superior (bachillerato, preparatoria), en estas escuelas ya existían áreas de especialidad, es decir, a estas alturas, el estudiante ya debía tener una vocación definida para aspirar a una Licenciatura en Ingeniería, Medicina, Biología, Economía, Administración, entre otras. De hecho, las vocacionales se identificaban con un número (del 1 al 8).
La especialidad físico-matemática, médico-biológicas y, económico-administrativas. De este nivel, los alumnos egresaban con una especialidad o respaldo de técnicos con aptitudes y conocimientos que les permitían cursar carreras a nivel profesional, y eventualmente laborar como técnicos especialistas.
Escuelas Superiores.- Se cursaban carreras de Licenciatura en Ingeniería Civil, Petroleros, Topógrafos, Arquitectos, Ingenieros Químicos, Textiles, Físico-Matemáticos, Mecánicos, Electricistas, Electrónicos, etc; Economistas, Contadores, Médicos, Biólogos, entre otras especialidades, de aquí egresaban expertos, profesionistas calificados y especializados (si lograban permanecer).
De ahí que para nosotros era una odisea matricularnos en el Politécnico, en uno de los planteles de vocacional.
Había muy pocos espacios para los estudiantes de provincia y de todo el país, los egresados de prevocacional, por pertenecer al sistema del Poli y con estudios especializados, tenían pase automático, luego se daba preferencia a los provenientes de escuelas secundarias técnicas del D.F. y por último a los provincianos el resto (muy pocos lugares).
Después de enfrentas a los porros que nos extorsionaban cuando de madrugada nos formábamos para obtener una ficha con derecho a presentar un riguroso examen de selección, una vez superada esta prueba, la mayoría fuimos aceptados, porque de la secundaria Justo Sierra o de la Rafael Reyes de La Piedad llevábamos un buen nivel académico.
Quien no pasaba el examen de cualquier modo aseguraba su inscripción, puesto que algunos compañeros que nos antecedieron, se habían colocado en los comités de estudiantes, quienes a través del líder, obtenían la ansiada inscripción; en la vocacional número 2, a dónde me inscribí, estaban en el comité los hermanos Arturo (qepd) y Javier Rodríguez Gómez, así como Rogelio Pérez Amezcua, quien inclusive ocupó el cargo de Secretario General de la organización estudiantil en esa escuela.
Y llega el día de partir a México para continuar nuestros estudios; porque era más barato y la estación Buenavista estaba a unos pasos de nuestro primer destino, nos fuimos en tren.
Cargados de esperanzas e ilusiones, con nuestro pensamiento firme en superar nuestra condición, sin faltar las escasas pertenencias colocadas en alguna maleta, mochila o caja de cartón, y acompañándonos don Ricardo Lee Magdaleno; y dejando atrás a nuestros padres, el hogar, los amigos, el pueblo y en algunos casos hasta la novia, llegamos a Díaz Mirón No. 54 edificio que se encontraba a cuadra y media de la estación del ferrocarril, por el costado de la Avenida Insurgentes.
En algún tiempo, el edificio había sido utilizado y pertenecía a Doña Carmen Penilla, quien fuera esposa de Ezequiel (Chéquilo) Echegollén, originarios de Yurécuaro y quien radicaba entonces en la colonia Aragón-Inguarán.
Constitución principalmente por una serie de “cuartos” en dos niveles, la mayoría habitados por estudiantes yurecuarenses, entre otros: Víctor Manuel (Tito) Garibay Hernández, Ignacio(niño negro) López Chávez, Rodrigo Vázquez… y los Hernández (los bombitos) Arturo (QEPD) y Javier Rodríguez Gómez, entre otros de nuevo ingreso, y de los que nos fuimos juntos recuerdo a Salvador Lee Godínez (el Chato Lee), Sergio Lee Torres (el Chaparro), Javier García Alvarado (el Jerrao), José Luis Alvarado Ortega (qepd) (la sirenita). CONTINUARA