VIENTOS DE CAMBIO EN CONCIERTO

lunes, 10 de octubre de 2011

“2 DE OCTUBRE NO SE OLVIDA”

Por más de cuatro décadas y precisamente el 2 de octubre, esta frase ha sido utilizada para arengar y diría yo exacerbar ánimos de los “estudiantes” y pseudo estudiantes, jóvenes en su mayoría que participan en las marchas y mítines, organizados para recordar el conflicto estudiantil de 1968, trágicos sucesos que se desarrollaron principalmente en la ciudad de México.
Sin temor a equivocarme, los jóvenes que hoy en día participan en esas manifestaciones, que casi siempre conllevan un contenido de violencia, vandalismo y actos de rapiña, desconocen o ignoran: la realidad, las razones y consecuencias que rodearon al movimiento del 68.
Afirmo lo anterior, porque con seguridad tampoco sus padres estuvieron ahí, puesto que los hijos de quienes estudiaban en esa época, rebasaban (los más jóvenes ) los 3 años.
A finales de los 60´s se cumplía un ciclo escolar diferente al actual; por ello, al concluir 1967, un puñado de jóvenes plenos de ilusiones apoyados por nuestros padres, nos fuimos a la ciudad de México en búsqueda de una misión casi imposible, ingresar al Politécnico, en alguna de sus vocacionales (nivel medio superior).
En ese tiempo, el Instituto estaba conformado por los siguientes niveles académicos:
Prevocacionales.- Secundarias técnicas en las cuales desde temprana edad, a la juventud estudiantil se le dotaba de conocimientos y herramientas de especialidad, para que al concluir ya fueran portadores de una vocación encaminada a las ciencias exactas, las áreas económico-administrativas o médico-biológicas, que finalmente conformaban las ramas de especialidad para los niveles medio superior y superior (profesional).
Vocacionales.- En ellos se cursaban estudios a nivel medio superior (bachillerato, preparatoria), en estas escuelas ya existían áreas de especialidad, es decir, a estas alturas, el estudiante ya debía tener una vocación definida para aspirar a una Licenciatura en Ingeniería, Medicina, Biología, Economía, Administración, entre otras. De hecho, las vocacionales se identificaban con un número (del 1 al 8).
La especialidad físico-matemática, médico-biológicas y, económico-administrativas. De este nivel, los alumnos egresaban con una especialidad o respaldo de técnicos con aptitudes y conocimientos que les permitían cursar carreras a nivel profesional, y eventualmente laborar como técnicos especialistas.
Escuelas Superiores.- Se cursaban carreras de Licenciatura en Ingeniería Civil, Petroleros, Topógrafos, Arquitectos, Ingenieros Químicos, Textiles, Físico-Matemáticos, Mecánicos, Electricistas, Electrónicos, etc; Economistas, Contadores, Médicos, Biólogos, entre otras especialidades, de aquí egresaban expertos, profesionistas calificados y especializados (si lograban permanecer).
De ahí que para nosotros era una odisea matricularnos en el Politécnico, en uno de los planteles de vocacional.
Había muy pocos espacios para los estudiantes de provincia y de todo el país, los egresados de prevocacional, por pertenecer al sistema del Poli y con estudios especializados, tenían pase automático, luego se daba preferencia a los provenientes de escuelas secundarias técnicas del D.F. y por último a los provincianos el resto (muy pocos lugares).
Después de enfrentas a los porros que nos extorsionaban cuando de madrugada nos formábamos para obtener una ficha con derecho a presentar un riguroso examen de selección, una vez superada esta prueba, la mayoría fuimos aceptados, porque de la secundaria Justo Sierra o de la Rafael Reyes de La Piedad llevábamos un buen nivel académico.
Quien no pasaba el examen de cualquier modo aseguraba su inscripción, puesto que algunos compañeros que nos antecedieron, se habían colocado en los comités de estudiantes, quienes a través del líder, obtenían la ansiada inscripción; en la vocacional número 2, a dónde me inscribí, estaban en el comité los hermanos Arturo (qepd) y Javier Rodríguez Gómez, así como Rogelio Pérez Amezcua, quien inclusive ocupó el cargo de Secretario General de la organización estudiantil en esa escuela.
Y llega el día de partir a México para continuar nuestros estudios; porque era más barato y la estación Buenavista estaba a unos pasos de nuestro primer destino, nos fuimos en tren.
Cargados de esperanzas e ilusiones, con nuestro pensamiento firme en superar nuestra condición, sin faltar las escasas pertenencias colocadas en alguna maleta, mochila o caja de cartón, y acompañándonos don Ricardo Lee Magdaleno; y dejando atrás a nuestros padres, el hogar, los amigos, el pueblo y en algunos casos hasta la novia, llegamos a Díaz Mirón No. 54 edificio que se encontraba a cuadra y media de la estación del ferrocarril, por el costado de la Avenida Insurgentes.
En algún tiempo, el edificio había sido utilizado y pertenecía a Doña Carmen Penilla, quien fuera esposa de Ezequiel (Chéquilo) Echegollén, originarios de Yurécuaro y quien radicaba entonces en la colonia Aragón-Inguarán.
Constitución principalmente por una serie de “cuartos” en dos niveles, la mayoría habitados por estudiantes yurecuarenses, entre otros: Víctor Manuel (Tito) Garibay Hernández, Ignacio(niño negro) López Chávez, Rodrigo Vázquez… y los Hernández (los bombitos) Arturo (QEPD) y Javier Rodríguez Gómez, entre otros de nuevo ingreso, y de los que nos fuimos juntos recuerdo a Salvador Lee Godínez (el Chato Lee), Sergio Lee Torres (el Chaparro), Javier García Alvarado (el Jerrao), José Luis Alvarado Ortega (qepd) (la sirenita). CONTINUARA

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